No hace demasiado que me jugué en pc otra entretenida versión del Space hulk digitalizado, muy resultona en cooperativo. Vamos ahora con esta esperada nueva entrega de este mundo del 41 milenio creado por Games Workshop: Space Hulk: Deathwing.
¿Qué te vas a encontrar en Space Hulk: Deathwing?
Pues con un shooter en primera persona, encarnando a un bibliotecario de los Ángeles oscuros del ala de muerte en armadura de exterminador, formando un trío -no sexual- con otros dos hermanos de batalla, en la exploración de un viejo pecio espacial que parece guardar ciertos secretos desde su desaparición milenios atrás y que, por supuesto, está infestado hasta las trancas de tiránidos.
Gráficos
A mí me han resultado absolutamente soberbios, representando a la perfección tanto la ambientación gótica clásica de Warhammer 40.000: oscuras catedrales inmensas, corredores claustrofóbicos, planchas de metal, servocráneos revoloteando… y personajes calcados a las minis: una buena colección de tipología tiránida (guerreros, geneastelers varios, híbridos etc) así como los marines en su armadura de exterminador con su remesa de armas (cañones de asalto y de plasma, bolters, lanzallamas pesados, puños de combate, garras relámpaco, martillos de trueno…) que vas desbloqueando a lo largo de sus 9 misiones, así como unos cuantos poderes psíquicos -que apenas he usado-. Sin duda, el aspecto que brilla a mayor altura con diferencia.
Jugabilidad
Bueno, aquí empieza a torcerse la cosa. Por un lado, la dificultad del juego es media-alta, lo que para mí es un acierto -acostumbrados como estamos a pasarnos muchos juegos ya casi en automático-: te matan bastantes veces en determinados momentos, y no puedes grabar donde quieras (¡que yo sepa!), por lo que puedes verte volviendo a tener que recorrer tus pasos en un nuevo intento de superar algún punto especialmente complicado. Por esto nada que objetar, y de hecho yo lo he agradecido.
Los genes te atacan en oleadas sucesivas e insistentes, con buenas pausas entre ataques también -según la misión- y, aunque al principio te sumerges en la acción con emoción, al poco vas viendo que apenas hay novedades en este patrón, sin sorpresas ni giros de tuerca, haciéndose esperable y hasta monótono lo que viene por delante.
El espacio a la estrategia viene por la configuración de armas que te pones a ti y tus compañeros. El equilibrio entre armas de disparo / pesadas y cuerpo a cuerpo es algo que tendrás que ir adaptando según tu estilo de juego. Tras probar todas las armas, yo pronto me decanté por portar el cañón de plasma, acompañado por uno con garras relámpagos -al que prácticamente no tocan así- y otro con bolter normal + narthecium (para curar durante la partida). Para recuperar vida y a tus compañeros caídos, tienes en cada misión 4 psygates, con las que te teleportas y donde podrás además cambiar tus armas si lo deseas (úsalas con sabiduría: cuantas menos uses, más experiencia conseguirás). También tienes un árbol de experiencia según cumples misiones, pero resulta bastante insípido y poco destacable en la jugabilidad.
Gambas asadas al promethium
Las misiones suelen ser del tipo «recórrete el mapa para destruir este punto y vuélvete al principio para escapar», con pocas variaciones. Aunque los mapas son amplísimos, lo cierto es que no hay nada que te impela a explorarlos -la búsqueda de reliquias mayores/menores no lo es-, por lo que al final acabas buscando el punto más corto y corriendo a toda leche. Algún detalle como hackear/destruir torretas fijas tampoco es que resulte especialmente divertido o útil, y más bien lo haces para que no te apepinen vilmente.
También puedes dar órdenes a tus compañeros (quédate aquí, sígueme, vé a tal punto…), pero lo más cómodo es que te sigan y punto. Además, tienen la tendencia a quedarse en mitad de las puñeteras puertas si intentas bloquearlas para evitar que te sigan. Ya os acordaréis de esto 🙂 Por no hablar de ciertos fallos no depurados, del estilo bloquearse / salida violenta al escritorio, que te joderán más de una partida casi con seguridad.
Impresiones finales
A mí me ha gustado bastante. Lo he disfrutado y me ha impulsado a terminármelo con bastante constancia, algo que no me sucede con todo lo que empiezo a jugar. Pero lo cierto es que ha sido sobre todo debido a su dificultad exigente y a que me encanta estéticamente este mundo de Warhammer 40:000 desde siempre, más que por sus virtudes jugables. Si no es por su particular ambientación, encontrarás shooters infinitamente mejores que éste everywhere. Eso sí, si has estado en contacto con el universo de Games Workshop te merecerá la pena aunque solo sea por pasearte por sus impresionantes escenarios.
Así que ya sabes: tú mismo.
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