Hace muchos, muuuchos años me leí, entre otro buen puñado, este «En las montañas de la locura» de Lovecraft. Sería un adolescente, y recuerdo vagamente que me sorprendió, dejando una huella o etiqueta mental un tanto difusa pero grata. Con curiosidad, he vuelto a releerlo, para ver qué impresión me causaba ahora, décadas y muchas lecturas pasadas desde entonces.
Supuestamente, Lovecraft escribió esta novela corta inspirado por la «Narración de Arthur Gordon Pim» de su admirado Poe, en una suerte de continuación y ligazón con sus propios Mitos de Cthulu. La historia narra la crónica de un investigador universitario (de la Universidad de Miskatonic, claro) y su expedición a las ignotas tierras de la Antártida, donde descubrirá las huellas de civilizaciones y seres casi en los albores del tiempo… no daré muchos más detalles por no revelar demasiado si la vas a leer.
Opinión personal
Existe una tendencia a etiquetar a Lovecraft como «escritor fundador del terror», sobre todo por las nuevas generaciones de lectores, que buscan «al mejor y más escalofriante escritor de terror ever», con el concepto actual de «terror» (violento, impactante, brutal) y, claro, se decepcionan profundamente con sus lecturas lovecraftianas. Lovecraft mismo no se veía especialmente como tal. Puede ser un escritor inspirador de este estilo, pero es ante todo un creador de un universo muy particular de dimensiones cósmico-temporales que a muchos nos resulta muy atrayente. No es escaso mérito, pasar a la historia de la literatura habiendo gestado toda una cosmogonia que sigue evocando tinieblas a lo largo de los años, aunque muchos no lo sepan apreciar. Podéis probar a hacer lo mismo. Mucha suerte.
Dicho esto, Lovecraft no tenía un estilo depurado como escritor, menos aún desde nuestra perspectiva actual. Mete adjetivos a mansalva, que te sacan de la lectura y consiguen un efecto contraproducente (para mí, uno de sus peores fallos), con tanta «malsana atmósfera de iniquidad, horrendas tallas, etc». También se pierde en descripciones infinitas, sin espacio al respiro, pedantes y pretenciosas en muchas ocasiones, casi como tratados científicos, en un deseo de dotar de cierto «cientificismo» sus ficciones. Sus personajes suelen ser siempre «el mismo», un narrador poco caracterizado, lo que tiene de bueno que centra el interés en lo narrado, que es realmente lo que nos interesa (aquí es, para mí, casi el némesis de Stephen King, que se pierde en vidas personales).
Pero ¿Sabes qué? Si no tuviese todos esos fallos (entre otros muchos) como escritor, entonces ya no sería Lovecraft, ni sería lo mismo su universo, sus seres primigenios ni dioses oscuros… puede que su lectura fuese más directa, pulida, atractiva seguro… pero tal vez su esencia se perdería por completo. Siempre he tenido esa impresión e intuición, y creo que no me equivoco un ápice.
Este «En las montañas de la locura» me ha conseguido sobre todo evocar dimensiones, estructuras arquitectónicas en los límites de lo posible y el pozo del tiempo -para mí uno de los grandes logros de Lovecraft-. Realmente uno se siente recién nacido en la Tierra cuando la lectura se retrotrae a eones atrás… millones de años son muchos años. Ya ha conseguido en mí muchas veces ese efecto, con lecturas como «La sombra más allá del tiempo«, un mérito para mí al alcance de muy pocos escritores que haya leído antes.
Puede que Lovecraft no llegue a ser nunca tu escritor favorito pero, aunque solo sea por conocer a un gran creador literario, único como pocos, y si te consideras a ti mismo un genuino lector, deberías darle la mano y dejarte llevar…
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