El beso de Milena ha sido para mí uno de esos libros que uno lee a rastras a lo largo de meses / (años?), debatiéndote entre la desgana y el compromiso lector de acabar lo que uno empieza y la curiosidad por conocer la obra al completo, y si «merece la pena» en su conjunto. Desde luego, la minúscula letra de esta edición de «La factoría de ideas» no fue un factor que ayudase mucho a aumentar las ganas de leer ya una obra densa de por sí; tal fue así, que la he terminado en ebook.
El libro, de corte y ambientación ciberpunk, transcurre en una Europa de aire «futuro cercano» donde la nanotecnología y otros avances espectaculares en ciencia han permitido la creación de unos seres semihumanos -«muñecas»-, que son destinados a satisfacer todo tipo de necesidades y funciones (sexuales, militares etc). Alex, el protagonista, es un creador de drogas que se ve envuelto en una trama policiaco-mafiosa en la que aparece Milena, un ser que lucha por la liberación de las muñecas y que, en un momento crítico dado, le ayuda, motivo por el que buena parte de la novela narra la búsqueda de Alex de Milena. Esta es la trama, en una pincelada gruesa.
Mi opinión
Empecemos por lo bueno. Paul McAuley me ha demostrado con El beso de Milena ser un escritor de aguda imaginación y convincente verborrea a la hora de crear una ambientación ciberpunk de futuro cercano, algo nada sencillo en mi opinión, capaz de hacerte ver las luces y sombras de lo que podría llegar a ocurrir unas decadas por delante. Sin duda, ha sido lo que más me ha gustado del libro, sobre todo en su parte inicial-media, donde cada pocas páginas encuentras motivos para seguir sumergiéndote en ese oscuro ambiente de tecnología y maldad humana hibridada a la misma, con imágenes potentes y pintorescos personajes. Por este lado, todo bien. Si te fascinan los mundos ciberpunk, ya solo con esto puede merecerte de sobra su lectura.
Vayamos ahora con lo no tan bueno: el estilo de McAuley me ha resultado más denso que un chocolate a la taza de cemento. Te ves apabullado por un flujo de información constante que, sí, ayuda desde luego a crear esa ambientación de sociedad tecnológica sobrecargada, dándose detalles y sucesos de forma que casi no puedes respirar en la lectura, como si estuvieses viendo un largo tren bala pasar a tu lado desde el andén. A mí esto me ha cansado, porque llega un momento en el que casi no sabes ni qué cojones te quieren contar, ni donde está la relevancia de lo contado -si es que la tiene, que no en muchas cosas-, detectando incluso cierta petulancia o intención por parte del autor en plan «voy a crear el Neuromante de la época, el nuevo cimiento ciberpunk» o al menos eso me ha hecho sentir a mí.
Y su segunda parte ya se me ha hecho mucho más convencional, casi como una novela de aventuras, tiros y acción futurista, con bastante menos capacidad de sorprender (e interés) que su prometedor comienzo.
En su conjunto diría que es una obra con muchos méritos a su favor, pero no tantos como los pretendidos por su autor, me temo. Por momentos resulta pesada, confusa y con personajes que no calan a nivel humano (de hecho, creo que ninguno me ha importado una mierda a lo largo de toda la lectura).
Para amantes irredentos del ciberpunk que no teman la sobreinformación y estilos poco asequibles para el lector comodón.
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