Sigo con mis lecturas relacionadas con la II Guerra Mundial. Esta vez. le llegó el turno a «Diario de un Marine» de E.B Sledge, obra testimonial de su autor, perteneciente a la 1ª División de Marines enviada al teatro del Pacífico; la serie «The Pacific» se basa en buena medida en este libro.
En su libro, conformado a base de notas de campo anotadas en el Nuevo Testamento que Sledge portó durante sus campañas -puesto que al parecer, tenían prohíbido escribir diarios-, este marine nos narra su proceso de instrucción -en el que pronto rechazó ser oficial para pasarse a soldado raso de infantería, como operador de mortero de 60mm-, y su terrible experiencia en las batallas de Peleliu y Okinawa, siendo en opinión bastante generalizada entre expertos, de las más feroces, sangrientas e inhumanas libradas por los marines en toda su historia, y aún relativamente desconocidas pese a todo respecto a otras del teatro europeo.
El hecho de que sea un libro testimonial, de experiencias personales, sentimientos e ideas sobre la dura realidad de la primera línea en estas batallas, le da una vida y cercanía increíbles a la narración. Es un libro que te traslada -en la diferida manera que esto es posible- a un horror inimaginable salvo para todos aquellos que tuvieron la desgracia de vivirlo. Por lo tanto, si buscas un libro sobre el marco estratégico e histórico de estas batallas, puede que no sea el más adecuado… pero sin duda considero imprescindible conocer complementariamente todo lo que cuenta.
Opinión personal
Si tras leer «Nemesis» (increíble obra) ya me había quedado claro el tipo de cultura y mentalidad que animaba a los soldados japoneses, este «Diario de un Marine» me ha llevado a conocer aún más detalles y reflexionar sobre lo diferentes que podemos llegar a ser los seres humanos en función del entorno, valores, educación y época que nos toca vivir. Estos marines se enfrentaron a un enemigo que consideraba el deshonor (de rendirse, de no luchar hasta el final) algo infinitamente peor que la muerte, y de ahí su forma de actuar: sin pedir ni dar cuartel, sin piedad ni el menor viso humanitario. Aprendiendo de otras batallas, y sabiéndose perdedores, optaron por una defensa cerrada (abandonando las absurdas cargas banzai suicidas) para hacer pagar con sangre y horror cada metro conquistado a su territorio, tal vez con la esperanza de que los aliados no pudieran soportar semejante precio a la victoria, en una guerra de desgaste sin fin.
Cuando Sledge te cuenta las condiciones en las que tuvieron que luchar en Peleliu durante dos meses y medio (iba a ganarse en tres días, les dijeron…), uno no puede imaginar condiciones más infernales: calor extremo, falta de agua y condiciones sanitarias, olor a putrefacción permanente, gusanos, cadáveres, moscas, un enemigo implacable -que noche tras noche hostigaba de forma suicida-, bombardeos constantes para maximizar las bajas en cuanto se reunían en pequeños grupos, francotiradores, el casi impenetrable sistema de cuevas que había que ir «limpiando una a una», número impresionante de bajas de compañeros… un escenario absolutamente inhumano. Uno piensa cómo alguien puede sobrevivir con la mente medianamente sana; y pese a los daños, Sledge lo consiguió hasta el fin de sus días, doctorándose después y dando clases de Biología en la vida civil.
Uno de los muchos valores que para mí ha tenido este libro ha sido el hecho de, una vez más, recordarnos que la paz que estamos disfrutando en muchas sociedades -con todos sus defectos- se la debemos a hombres como él, y a todos los que cayeron en mitad de un horror que no podemos ni imaginar, por suerte. Uno tiene la sensación de que van quedando menos personas con esta integridad e increíble esencia humana, sobre todo cuando nos pasamos el día quejándonos de gilipolleces y mamonadas (ya ocurría en su época, según nos relata), y por ello creo que es preciso que conozcamos los sangrientos cimientos que forjan lo que ahora tenemos. Aunque sólo sea para honrar a los que tal vez nos evitaron ser protagonistas de luchas como las que ellos tuvieron que padecer.
Otra obra esencial que no te deberías perder.
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