PESADILLA 12 – LA CUCHILLA DEL TIEMPO – Luis Bermer | Cuentos de Terror
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PESADILLA 12 – LA CUCHILLA DEL TIEMPO

Como todos los días, me levanté y fui a lavarme la cara. La impresión llegó cuando alcé la vista. Mi cara se reflejaba en el espejo, sí, pero completamente marcada de profundas arrugas. Mi pelo –el que me quedaba– estaba canoso, y la piel bajo el mentón colgaba con inusitada flacidez. Era un anciano. De la noche a la mañana me había convertido en el anciano que habría de ser en un futuro aún muy lejano. No podía creer a mis propios ojos y lo que estos me mostraban.

De repente sentí una terrible punzada, seguida de un dolor agudo en el pecho, como si algo se hubiese roto sin remedio ahí dentro. Me agarré al lavabo, porque sentí que me caía, mientras todo empezaba a dar vueltas a mi alrededor. Aquel horroroso dolor fue lo último que precedió a la oscuridad.

Al despertar, noté que estaba tumbado boca abajo y que algo atrapaba mi cuello con firmeza. Pronto me di cuenta de que estaba sujeto ¡a un cepo de guillotina!, como los que sólo había visto en las películas. Forcejear siquiera resultaba inútil, pues sólo conseguía hacerme daño en la garganta. Miré a mi alrededor. Estaba en mitad de una amplia sala en penumbras. El suelo estaba empedrado, y me pareció realmente antiguo, sucio de manchas sobre manchas que nunca fueron limpiadas. Hacía frío, y el aire olía a polvo de ruinas.

Frente a mí, empezó a distinguirse una sombra entre las sombras del fondo. Una figura encapuchada de negro, alta y delgada, se acercaba silenciosamente. No escuché sus pasos ni pude ver su rostro. Traía una enorme guadaña entre sus manos.

No podía creer lo que me estaba ocurriendo. Estaba viviendo una pesadilla hecha realidad. Mi cuerpo se estremecía de pánico.

–¿E… eres la Muerte? –pregunté, aterrado, en un intento de que detuviese su avance hacia mí.

–Ese es el burdo y equivocado nombre –comenzó a hablar con voz resonante– que me han asignado los de tu especie. Mis implicaciones son mucho más complejas y profundas, incomprensibles para vosotros. Yo soy Transformación.

–¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Por qué me habéis encerrado así? ¡No he hecho nada para merecer esto! –grité, desesperado.

–Has agotado tu tiempo asignado. Eso es todo.

–¡Pero si solo tengo treinta y dos años! Aún tengo mucho que ofrecer, muchas cosas a medio terminar. No puedo acabar así –supliqué.

–Tu edad cronológica no da pistas sobre el tiempo que se concede en esta dimensión –dijo la figura con determinación–. Además, te equivocas: cuentas con más del doble de los años que crees tener, setenta y seis, exactamente.

–Eso no… no es posible. Yo aún tengo treinta y…

–Error de percepción. Autoengaño. Has desperdiciado gran parte del tiempo que se te concedió, y ahora intentas justificarte, engañarte a ti mismo por ser incapaz de reconocerlo. Piénsalo… sabes que es verdad –dijo, acercándose más.

–No… no puede ser. Yo no puedo tener ya setenta…

La figura de negro blandió la guadaña por encima de mi cabeza.

–¿Deseas decir tus últimas palabras? –inquirió aquella voz cósmica.

–¡Espera! –grité, orinándome encima– ¿Qué me espera si me matas? ¿Qué hay al otro lado?

–Nada de lo que hayas podido imaginar antes, te lo aseguro.

Vi un fugaz movimiento oscuro. Al instante, un infinito dolor que se extendió, se extendió, se extendió…

La figura de negro se inclinó para recoger del suelo la cabeza cortada. Apoyó el cuello seccionado sobre la palma de la mano, de forma que la extracción de información pudiese comenzar, mientras caminaba de regreso a las sombras del fondo. Todos los pensamientos, sentimientos, recuerdos, experiencias, traumas, particularidades de procesamiento… todo, en definitiva, lo que había sido procesado por aquel cerebro comenzó a integrarse en la negra Transformación.

Cuando el proceso hubo terminado, la figura de negro depositó con suavidad la cabeza, aún tibia, en el estante de piedra de la pared del fondo inmersa en sombras, donde descansaría para siempre.

Junto con incontables millones más.

* * *
Serie «Pesadillas Bermer»

4 comments

  1. Ameno y terrorífico al mismo tiempo. Muy buen relato.

  2. Ricardo Daniel dice:

    Excelente relato, mi querido escritor

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