De pequeño recuedo lo mucho que me impactó «El increíble hombre menguante», la película basada en esta novela con guión del propio Matheson. La premisa de partida, ese hombre que empequeñece poco a poco mientras el mundo normal se agiganta, cambiando toda su realidad.
En la novela, y debido a un cierto acontecimiento (no revelo nada, mejor), Scott Carey empieza a encogerse, día a día, ante la estupefacción de todo el mundo. El mundo médico intenta revertir el proceso, sin éxito. Scott tiene mujer (Lou) y una hija pequeña (Beth). Ambas intentan cuidarlo, protegerlo como mejor pueden, pero pronto lo extraordinariamente anómalo de la situación, supera a Lou. Y la novela refleja muy bien esto: la desesperación -para ambos-, la vergüenza de Scott y su pérdida de identidad, la impotencia y agonía de no poder poner freno al empequeñecimiento…
Y como la realidad, el mundo de Scott, cambian sólo para él, hasta el punto de perderse en el sótano en el que se había relegado a la espera de una solución. Allí, todo será una aventura hostil, un escalón es una montaña, una araña un enemigo mortal, el sonido de una estufa al encenderse un cañón para los tímpanos… Matheson ha sabido reflejar perfectamente ese cambio de dimensión, su hostilidad, que empaticemos con el dolor y angustia de Scott, mientras sigue reduciéndose y reduciéndose.
Me ha gustado mucho lo realista que resulta todo dentro de una ficción a priori descabellada. Las reacciones, las formas de pensar… muy creíble; «El hombre menguante» se convierte en una novela de ficción pesadillesca, terror casi sin pretenderlo, y una vez más recuerda por qué Matheson es el maestro de las letras que es. Además, el final, tanto de esta novela como de la película, me parecieron preciosos ambos, dejándote una cosmovisión y reflexión filosófica profunda.
Gran novela, un clasicazo de la literatura de ficción que no te puedes perder.
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