Trampa 22, de Josepth Heller, es otro de esos títulos de los que llevaba escuchando/leyendo toda la vida, y con la curiosidad de saber del porqué de su renombre, pues me lo he leído a ver qué me encontraba entre sus páginas.
Bien podía haberme esperado otros 40 – 50 años para hacerlo, y no hubiese pasado nada. Pero no adelantemos acontecimientos.
La historia está ambientada a finales de la II Guerra Mundial, en la isla de Pianosa cercana a Italia, donde el escuadron 256 de bombarderos norteamericanos tiene su base de operaciones. Yossarian es uno de los protagonistas alrededor de los que pivota el eje de la novela, pero cada capítulo se centra un miembro de la compañía (generales, coroneles, enfermeras, etc), contándonos sus vicisitudes en relación al resto normalmente y en cómo llevan la guerra, con un resultado bastante coral (que se dice ahora).
La novela es una sátira de lo absurdo de la situación de guerra y, sobre todo, en cómo afecta a la psicología de las personas, sus actitudes y comportamientos. El absurdo campa a sus anchas, los diálogos son de besugos, ridículos, los militares dedican sus energías a paranoias y tontunas personales que nada tienen que ver con el objetivo de la guerra. Eso es lo que pretende el libro: poner sobre la mesa, aparte del horror y el dolor representado en algunas secuencias de combate, el sin sentido y el destrozo a todos los niveles que la guerra causa en el ser humano. ¿Lo consigue?
Impresiones finales
Desde luego, más loable que denunciar el horror y la ridiculez a estas alturas de toda guerra, pues pocas cosas, y en ese sentido, pues bien por la novela y todo lo que se pueda aportar a la causa.
El problema de Trampa 22 es la forma en que lo ha plasmado literariamente. Este libro es muy peculiar, no diré malo aunque mi experiencia lectora ha sido penosa, sino que tienes que tener un gusto particular como lector y que haya química entre ese gusto y lo que el libro te ofrece… y me temo que mucha, mucha gente se quedará a mitad sin aliento. Más de 400 páginas que se hacen larguíiisimas. Los diálogos resultan tediosos y pesados en esa absurdez, vale, pero sin chispa ni consiguiendo imprimirles un humor o gracia que lo haga llevadero. Y con los incontables personajes igual… verdaderamente aburre a las vacas; al menos para mí, salvo algunos pasajes dramáticos y algún que otro momento suelto… se me ha hecho cuesta arriba de verdad, y como con otros, lo he terminado por cabezonería más que por esperanzas de que mejorase, más allá de la mitad. Reconozco el trabajo de Heller construyendo esta visión suya, y su sátira contra la guerra, pero desde luego, diremos que éste no era un libro para mí.
En resumen, que bien podría haber empleado el tiempo en cualquier otro libro: un tostón cuasi-infumable que sólo te recomiendo si eres de esos peculiares lectores que disfrutas enredado en páginas sin mucha trama ni sentido claro, con gusto por las lecturas especialitas, por su cansinísimo desarrollo.
En absoluto desacuerdo. Me lo leí durantr el confinamiento duro, en baja moral, y me meaba de la risa
Pues me alegro mucho por ti, Esteve; ojalá pudiera haber dicho lo mismo, de verdad te lo digo xD