MEMORIAS DE UN FRANCOTIRADOR EN STALINGRADO (Vasili Záitsev, 1956) – Luis Bermer | Cuentos de Terror
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MEMORIAS DE UN FRANCOTIRADOR EN STALINGRADO (Vasili Záitsev, 1956)

Portada Memorias de un francotirador en Stalingrado

Creo que este es el segundo libro, junto con “UN ESCRITOR EN GUERRA: VASILI GROSSMAN EN EL EJÉRCITO ROJO, 1941-1945” de Antony Beevor, de un testimonio directo de un soldado destacado en la II Guerra Mundial que me leo. Encuentro muy interesante combinar el conocimiento más extenso del marco global del conflicto con la pura experiencia humana a pie -intrasferible en última instancia, por otra parte- para conocer en profundidad el trasfondo del conflicto bélico más trágico de la historia del ser humano.

En sus memorias, Vasili nos cuenta con todo detalle su vida, desde sus inicios como niño de una familia de cazadores de los Urales -vamos, que casi nació con una escopeta bajo el brazo, literalmente-, hasta su ingreso como marinero en la flota soviética del Pacífico, pasando por su función como contable y, finalmente, como fusilero voluntario enviado a la defensa de Stalingrado. Allí lucharía aguerridamente como soldado hasta que, debido a su extraordinaria habilidad disparando, sería nombrado encargado de formar un grupo de francotiradores.

«Con el tiempo, esa habilidad me serviría para luchar contra esos otros depredadores bípedos que llegaron sin que nadie se lo pidiera a invadir nuestra patria».

En torno a su figura de Héroe condecorado de la Unión Soviética existe cierta controversia, donde la realidad, la política y la propaganda del régimen se entremezclan para forjar un mito -otros francotiradores al parecer eliminaron más alemanes que él, pero no recibieron un tratamiento similar-, al igual que el tratamiento popular de su figura no corresponde fielmente con lo ocurrido en, por ejemplo, películas como «Enemigo a las puertas», que incluye romance, no se indica que fue voluntario, el duelo -no confirmado- con el director de la escuela de francotiradores de Berlín (Erwin Koning) enviado expresamente a matarlo, etc. En todo caso, su testimonio tiene un enorme valor humano, del que paso a comentar aquellos aspectos que más me han impactado y sorprendido:

-En primer lugar, creo que los que hemos tenido la bendita suerte de no tener que vivir el horror de una guerra, tenemos una cierta concepción estereotipada y suavizada en extremo de lo que dicha experiencia supone, percepción creada por películas, videojuegos, noticias y poco más. Pero cuando empiezas a leer lo que es esa impensable cotidianidad de condiciones extremas (hambre, sueño, suciedad, heridas, enfermedad, bombardeos constantes y el hedor y la tensión de la muerte constantes), la dureza integral que requiere sobrevivir a todo ello a la vez… te das cuenta de que eres un ser extraordinariamente afortunado, por contraste a toda esta pobre gente protagonista de un drama terrorífico.

Vasili Zaitsev

Vasili Záitsev. Fuente: Wikipedia

-La importancia que tuvieron los francotiradores en un entorno de batalla urbana entre ruinas como fue Stalingrado. El desgaste en las fuerzas y la moral que suponía morir a manos de constantes ataques de enemigos invisibles, que podían poner fuera de circulación a decenas de soldados, oficiales, operadores de armas pesadas y artillería.

«Calculé mis posibilidades y pensé en cómo había sobrevivido hasta entonces. Cada día desde mi llegada a Stalingrado había matado, de media, a cuatro o cinco alemanes. Y cada día había visto a mis compañeros morir o recibir heridas. Cada día que pasaba sin recibir un disparo, no podía por menos de pensar que mi suerte era como la de una partida de naipes: sabía que no podía durar para siempre».

-Lo esencial de una fría determinación por sobrevivir y defender lo que más quieres: tus seres queridos de manos de unos crueles invasores y a tu patria en su conjunto, imponiéndose a la superioridad militar técnica (como se ha visto en guerras pasadas y posteriores a la II G.M). No hay lugar dónde huir tras la derrota, por lo tanto… luchar hasta la muerte. Bueno, esto, y la orden de Stalin de «¡Ni un paso atrás!», donde la retirada sin previo consentimiento superior se castigaba normalmente con la muerte a manos de cuerpos propios dedicados a ello. Idea cogida por cierto de Hitler. Carne de tu pueblo para la picadora, y a ver quién resiste más…

-El compañerismo y el humor soldadesco a pesar de los pesares, estrategias para sobrevivir e imponerse al invasor y cualesquiera de sus posibles ventajas.

-También me han sorprendido detalles de cómo, por ejemplo, para poder «contarse» una baja, el francotirador necesitaba su palabra más la de un testigo y su firma en el documento recogido al efecto.

«He matado a 242 alemanes, incluidos más de diez francotiradores enemigos. Siempre he tenido la convicción de que soy más astuto y fuerte que los alemanes, y de que mi fusil dispara con mayor precisión que un fusil alemán. Conservo la calma en todo momento, y por eso nunca siento miedo de los alemanes».

-Las técnicas y consejos que expone Vasili de cara a ser un buen francotirador: la búsqueda de información previa a salir a «cazar» a francotiradores enemigos, el estudio del terreno, referencias, preparación de señuelos y maniquíes. La paciencia y templanza para encontrar el mejor momento para efectuar el disparo, esperar a los oficiales «peces gordos» para causar una mayor conmoción y desorganización entre el enemigo… todo muy ilustrativo. También sorprende saber como los francotiradores, al igual que cualquier otro soldado, se las veían en constantes luchas cuerpo a cuerpo con subfusiles, granadas, derrumbamientos de refugios sobre uno tras bombardeos con ¡cargas de profundidad adaptadas! etc.

«Pasa el tiempo, acaso un día entero, y por un instante aparece un casco. ¡No dispares! Aunque le des, no sabes en cuál de las posiciones señuelo estará el verdadero francotirador enemigo. Si disparas y le das a un cebo, habrás revelado tu posición y no habrás ganado nada».

Todo esto Vasili lo cuenta con un estilo fluido e informativo, sin aburrir ni durante un segundo (yo me lo he leído de 2-3 tacadas), que te lleva con humildad y dosis descarnada de realidad al corazón de Stalingrado cuando era un infierno literal. También extiende su testimonio al tiempo justo posterior a la victoria sobre los alemanes, y lo que para él supuso el reconocimiento público y oficial tras su lucha.

En definitiva, que me ha encantado esta lectura y que la recomiendo totalmente, sin reservas, incluso aunque no te interesen demasiado las narraciones bélicas, por lo que se trasluce de la experiencia humana en uno de los peores escenarios imaginables.

 

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