Este libro de Stephen King es la escisión de «Las cuatro después de medianoche», en el que se publicaron otros dos relatos largos (El perro de la Polaroid y El policía de la biblioteca), siendo uno de los primeros que me leí del tito King. Y bueno, hablar de relatos cortos de Stephen King es, sin duda, quedarse «corto», jeje: el de Maine nos regala siempre muuchas páginas para contar sus historias 🙂
Este «Las dos después de medianoche» está compuesto por lo que para mí son, realmente, dos novelas cortas: «Los Langolieros» y «Ventana secreta, secreto jardín» (la primera tiene versión teleserie, y la segunda una película protagonizada por Johnny Deep). Vamos con ellas:
En «Los Langolieros», los tripulantes de un vuelo se ven envueltos en una situación anómala y paranormal -que no revelaré para no destripar nada-, y que aboca a un grupo de pasajeros de dicho vuelo a luchar por su vida, trabajar en equipo con inteligencia y adaptarse a una circunstancia absolutamente excepcional y desconocida. King desarrolla, como ya es habitual en él, a los personajes de forma bastante detallada, con lo que sus distintas personalidades -aunque a veces un tanto maníqueas o exageradas en su comportamiento: ese maloso…-, consiguiéndo que sintamos por ellos y hacerlos creíbles y cercanos. Uno de los puntos fuertes del relato. El otro, para mí, ha sido esa mezcla de ciencia-ficción y misterio que te lleva a pasar páginas queriendo saber más, ese «¿qué pasará, cómo acabará todo?» que es la base del enganche a la lectura, y que King domina desde siempre (cuando quiere y no se pasa con mil páginas sobrantes para contar cosas nimias). Me ha dejado esa agradable sensación de película de serie B bien contada, que consigues recordar por sus imágenes a pesar del paso del tiempo, aunque no sea la octava maravilla en complejidad u originalidad (ni falta que le hace), pero sí en estar bien armada y desarrollada de principio a fin. Efectiva.
Con «Ventana secreta, secreto jardín», mi favorita de las dos -tal vez por su temática-, King nos pone en la piel de Mort Rainey, un escritor recién divorciado sufriendo el proceso, que recibe la visita de un inquietante sujeto de aspecto campesino que le acusa de haberle plagiado un relato décadas atrás, exigiéndole una «compensación» justa. Por su atmósfera, tensión y deseos de conocer cómo el pobre Mort sale del entuerto, es una de esas historias que atrapa y consigue hacerte pasar las páginas con un sentimiento de cierta angustia y expectación lúgubre por el desenlace (aunque en mi caso, a partir de un cierto punto, me empecé a oler la tostada). Una vez más, King nos ofrece una historia protagonizada por un escritor y explora temas relacionados con la escritura (la soledad, el plagio-origen de las ideas, el punto de unión entre el escritor y el lector, la locura…), recurrente como pocos en su carrera.
Impresiones finales
A King se le pueden atribuir ciertos defectos, pero entre ellos desde luego no está el de no saber engancharte como una percha a lo que te está contando. Para mí este libro ha tenido un sabor añejo, de viejas historias fantásticas, ligadas a una cierta época-forma (80-90´s) de contar las cosas, con fórmulas muy efectivas y directas, sin artificios. Por un lado, sé que me hubiese gustado aún más si me lo hubiese leído con veinte años, pero por otro, me ha vuelto a recordar por qué el género fantástico, el suspense, serán siempre gratos para mí. En definitiva, una de esas gratas lecturas ligeras y sin complicaciones para echarte unas páginas justo antes de dormir.
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