Pues nada, aquí que sigo con mis lecturas de Antony Beevor, esta vez con su último libro: «La última apuesta de Hitler: Ardenas 1944«, en el que nos narra la última intentona alemana de detener la inevitabe derrota final, atacando a los ejércitos aliados a lo blitzkrieg y forzar su rendición antes de que el Ejército Rojo llegase desde el frente oriental. Existe un cierto debate histórico al darle cierta posibilidad de éxito a esta opción, aunque parece que el pensamiento mayoritario al respecto es que todas las fuerzas militares alejadas del frente oriental se lo pusieron aún más fácil a la apisonadora soviética, y a los aliados por extensión.
Beevor nos cuenta al detalle toda esta campaña, poniendo en nuestra mente la dimensión de la matanza (unas 80.000 bajas por bando), la penosa tragedia humana y la crudeza de los combates en mitad de un clima cuasi-ártico. Una vez más, asistimos a un psicótico drama humano de escala épica, desarrollado en múltiples escenarios: las andanzas criminales del kampfgruppe de Peiper contra la población civil o fusilando prisioneros (matanza de Malmedy: 84 norteamericanos, que supuso un posterior acicate para los mismos de buscar venganza y no hacer prisioneros, incluso con el visto bueno de los altos mandos), la durísima batalla en el bosque de Hürtgen (con 33.000 bajas norteamericanas y 28.000 alemanas, para hacernos una idea), la defensa de Bastogne -ver la serie Hermanos de Sangre-, cuya toma vino a ser una obsesión de Hitler como lo fue Stalingrado. También el egocentrismo, vanidad personalista y ojos puestos siempre en «mi nombre en la historia» de los altos mandos como Montgomery, Patton, Bradley… y sus respectivas actuaciones, que sorprenden y estremecen casi por igual.
Fijaos en la edad que podía tener este «soldado» alemán…
Como siempre que uno lee a Beevor, aprende en profundidad del periodo tratado, ahondas en el conocimiento sobre las consecuencias en la dimensión humana e histórica de lo ocurrido, y tu mente queda marcada con detalles que, para bien, es mejor saber y no olvidar, pues de tan terribles no parecen ni al alcance de la maldad humana que nos es más cotidiana, pero que ahí están, escritos con sangre en la Historia para siempre. En este sentido, Beevor es un autor, junto a otros divulgadores como Max Hastings, al que hay que leer sí o sí.
Peero, tal vez Beevor tampoco sea un escritor idóneo para todo tipo de lector generalista. Este Ardenas 1944 a mí se me ha hecho denso por momentos, muuy denso. Me explico: las explicaciones de movimientos militares pormenorizados, con montones de nombres de unidades militares entrecruzándose y sus destinos en un mapa que uno no tiene delante mientras lee, hacen de la lectura un ejercicio muy abstracto y árido por momentos. Esto lo puedes salvar con un buen plano delante u observando los que trae el libro. Pero, obviamente, pocos lectores no historiadores se van a parar de esta manera. Y eso perjudica la experiencia del lector no especializado. Tal vez sea éste el único «pero» a la lectura, que no al libro en sí ni a su autor, que hace perfectamente su trabajo (¡y qué trabajo de investigación!).
Puede que no haya sido el libro que más me haya enganchado de Beevor, pero esto no ha tenido que ver nada con la obra sino más bien con mi momento lector. Digo esto porque el libro es recomendable 100%, como todo lo que voy leyendo de este autor. Y en estos momentos de mentalidades totalitaristas crecientes, mucho más. Vacuna contra las consecuencias de la desmemoria, amigos.
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