Bueno, pues aquí seguimos leyendo el cuarto libro de la saga de «La vieja guardia», de John Scalzi, tras dejar atrás los tres primeros: «La vieja guardia«, «Las brigadas fantasma» y «La colonia perdida«.
«La historia de Zoë», basicamente nos cuenta la MISMA historia que ya se narró en «La colonia perdida», pero desde el punto de vista de Zoë, una de los personajes protagonistas, añadiendo algún suceso explicativo que corre en paralelo a esa tercera novela. Al parecer, a buena parte de los lectores les chirrió bastante algún Deux ex machina que Scalzi metió en «La colonia perdida», entre otros cabos sueltos, y se vio impelido a escribir este, para mí, más que sobrante libro de la saga (que luego continuaría con otros dos más («La humanidad dividida» y «El final de todas las cosas«).
Como os decía en anteriores reseñas, me gusta mucho el estilo informal y fluido de Scalzi, pero eso no me ha resultado suficiente para disfrutar de esta «historia de Zoë», por dos motivos fundamentales: el primero, es que me acabo de leer la misma historia por lo que, interés o sorpresa, más bien ninguno, SALVO, que el personaje de Zoë hubiese sido de lo más interesante y carismático. Y por desgracia, para mí al menos, ha sido justo lo contrario desde que apareció en la saga. Una adolescente bastante poco creíble, en sus discursos relistos, maneras… por ejemplo, cada vez que Scalzi quería terminar un momento de forma «emotiva», te remata escena con frase tipo «y le dio un abrazo». Se pasa media novela abrazando a todo Cristo, y con esa casi literal frase. Pfff…
De hecho, el propio autor se «medio disculpa» del personaje en el epílogo del libro, en el que atribuye los aciertos a las mujeres que le han asesorado, y los fallos en su credibilidad a sí mismo, al no haber sido nunca una chica adolescente. Claro, Scalzi, claro. Tampoco has sido un alienígena Obin, y te han quedado bastante mejor.
Cuando terminé de leer el tercer libro, me preguntaba sobre cuánto aguantaría el efecto «estirar el chicle sin romperse» de esta saga conmigo. Aquí ha estado a punto. Y aunque no me arrepiento de habérmelo leído (se sigue leyendo bien y fluido con su prosa), sí que el interés ha caído en barrena, teniendo que ir de un lado para otro en la piel de Zoë sabiendo un 80% de lo que iba a pasar. Tirón de orejas para John, esta vez.
¿Aguantaré más que el chicle? Atentos a sus pantallas.
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